viernes, 3 de julio de 2009

Día 4 – 03 de julio de 2009 / Extreme Concept y playita

Después de una noche en que dormí bastante… sólo me desperté a las 04:15 y a las 06:05, pensando en –yaay!, aún puedo seguir durmiendo!- me levanté con ánimo para ver 50 y algo pacientes más… pero al llegar a Zapallar, todo fue distinto. Christian (El Dr. Aguilar), me dio como tarea revisar todas las cartolas de crónicos para encontrar a los pacientes diabéticos a los que había que cambiar a insulina… las consultas estaban flojitas, así que me fui a revisar las cartolas, hasta que recibimos un llamado de Carabineros diciendo que había habido un accidentado por caída de altura en Cachagua y que al parecer estaba sin signos vitales. En el intertanto llegaba la ambulancia, se escucha un grito desde el SOME… un paciente cliente frecuente, Don Vito, sufrió una crisis convulsiva. Lo estabilizamos y lo instalaron en la sala de enfermería.
En eso llegó la ambulancia y partimos a Cachagua, a una mansión cuica... estaba lleno de carabineros y gente extra y lo primero que vimos en el sitio del suceso fue un charco de sangre… el caballero yacía muerto, con pérdida de masa encefálica. Un segundo maestro había caído al suelo al parecer fracturándose el hombro… y partimos de vuelta a la posta de Zapallar con un nudo en la garganta… lógico, no se puede esperar otra cosa.
Y después volvimos a atender gente, no llegando muchas personas… un par de influenzas, unos controles de pacientes respiratorios, nada especial. Y después se siente un grito nuevamente desde la sala de la enfermera: Don Vito nuevamente, que estaba sufriendo otra crisis convulsiva. Después de un diazepam las cosas se calmaron, pero nos quedó dando vuelta en la cabeza la dosis de carga de fenitoína.
Empezó a hacer hambre, y una señora megabuena onda nos invitó a almorzar a Max y a mi –el ser médico de Cachagua tiene sus beneficios- y fuimos a Cachagua, nos dimos una vuelta rápida por la playita… realmente espectacular, con agua de color turquesa, arena con conchitas… etc. etc. fue el antiestrés perfecto para bajar las revoluciones del accidente de la mañana. Almorzamos con vista al mar, en el restaurant “Los Coirones”, comimos rico: pan amasado calientito, machas a la parmesana, carne con arroz y naranjas de postre.

Y volvimos a la posta… con varios pacientes que ver, controles de niño sano… pacientes medios descompensados y nos dieron las 16:30… y al fin se acabó la primera semana rural. Volví a la casa, pero como todavía no le capto la maña a la puerta, estuve como media hora luchando, y me quedé afuera sin poder entrar. Esperé a Fernando y ordenamos todo para la vuelta y alrededor de las 18:30 partimos de vuelta a la urbanidad.

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